domingo, 25 de octubre de 2009

Tecnología avanzada... e insoportable




Durante mucho tiempo creímos que el progreso tecnológico llevaría a la creación de un robot a tal grado semejante a los seres humanos, que en un momento dado podría sustituirlos y hasta prescindir de ellos.


Pues bien, no en una sola máquina aún, ni con la forma de un robot clásico, pero es un hecho que hacia allá vamos.


Microsoft acaba de buscar la patente para un sistema capaz de registrar una serie de indicadores físicos determinantes del estrés y el ánimo de los seres humanos.


Es muy semejante al que se utiliza para monitorear desde la Tierra los signos vitales de los astronautas; en este caso, conectará a los empleados de una empresa con sus computadoras a través de censores inalámbricos que vigilarán constantemente su metabolismo, registrando desde el ritmo cardiaco, hasta la expresión facial, la tensión arterial, la frecuencia respiratoria y otros indicadores.


Con esto podrá conocer el grado de estrés, frustación o fatiga de un empleado y comunicar a la dirección, en caso de que sea necesaria una ayuda inmediata.


¡Ya veo los reportes!: "Rivera llegó crudo". "Díaz se volvió a quedar dormido". "Lupita se peleó con su novio"... Será como ese pequeño chismosito que todos llevamos como uñero, pero sistematizado, continuo y, sobre todo, insobornable a menos que lo sorprendamos ligando con otro software.


Es una muestra del maravilloso futuro que ya tenemos encima como caparazón.
Otro ejemplo: Nadie en sus cinco sentidos negaría que el teléfono celular es una maravilla, pero tampoco que a veces es una lata. Quien ha salido con un grupo de amigos a comer sabe de lo que hablo, lo mismo que quien trata de ver tranquilo y en silencio una película o una obra teatral.
El teléfono nació para comunicar, pero a veces hace lo contrario. Lo que antes permitía el roce humano, hoy se resuelve con un mensaje de texto. Más facilidad, pero menor calidad.
La última novedad es el teléfono-consejero. Lo han desarrollado los científicos de Palo Alto Research Center, California. Es un aparato con criterio suficiente para aconsejar a su propietario y futuro esclavo. Por ejemplo: "son las dos de la tarde y no has comido. Podrías ir en esta zona a tales restaurantes, pero como te conozco y sé que eres un tacaño, te recomiendo unos tacos de canasta maravillosos que te quedan a tres cuadras. Tomas por..."
El corazón de este teléfono software llamado Magitti que comienza a aprender del usuario en cuanto éste lo adquiere y en poco tiempo sabe qué llamadas acepta y cuáles rechaza, en qué zona de la ciudad se mueve, qué hace los viernes por la noche, con quién sostiene conversaciones más prolongadas, a qué horas acostumbra llegar a la oficina, a qué hora se despide, qué días no vuelve, quiénes son sus amigos; todo esto y mucho más utilizando algoritmos de inteligencia artificial que intentan hacerlo "lo más humano posible".
Por lo pronto, aconsejan en cinco campos: comer, comprar, ver, hacer y leer; pero avanzarán tanto en otros aspectos, que llegará el día (y usted lo verá) en que, para poder vivir, tendremos que dejar el celular en casa.
Autor: Guillermo Ochoa


viernes, 23 de octubre de 2009

El mejor día de Gilberto


Una de las historias más hermosas que hayan ocurrido en un campo deportivo, sucedió en Ciudad Universitaria, hace unos seis o siete años; jugaron Pumas-América. Un buen amigo mío, Pepe había venido al Distrito Federal de Cancún, donde vive, junto con su esposa Alejandra. Era viernes, su abuelo organizó al día siguiente una comida para reunirlos con otros famliares a los que desde hace tiempo no veían. Hablaron de esto y de lo otro, y, por supuesto, surgió el tema del futbol. "Quién juega mañana?", Preguntó Pepe. "¡Pumas- América, nada menos y, si te aveintas, yo les consigo boletos! ¿Cómo ves?", le propuso su tío José. Pepe miró a Alejandra. Ella sonrió. "¡No se diga más", aceptó mi amigo feliz.



También estaba en la reunión otro primo, Gilberto. Había padecido diabetes desde los cinco años de edad, poco después quedó ciego; su vida había sido complicada, muy difícil; una vida de hospitales y privaciones.

Ahora tenía 20 años. "¿Por qué no me llevas al fut?", le pidió a Pepe. "Pero...¿para qué?", le contestó Pepe, sorprendido. "Quisiera sentir un partido... jamás he ido a un estadio", repuso Gilberto. Al día siguiente se fueron muy temprano, en autobús, al estadio de Ciudad Universitaria. Se bajaron en Insurgentes y caminaron por la explanada. Encabezaba Pepe la fila para abrir paso, aunque ni falta hacía porque todos los aficionados se hacían a un lado para ayudar al extraño cortejo de seis personas, pues además se había agregado otra pareja y Gilberto había llevado a su novia, también invidente.



El momento en que salían del túnel hacía la tribuna, coincidió con un "¡Gooooya!" gigantesco. Pepe aún recuerda el rostro de su primo. Fue como si viera por primera vez el mar, como si presenciara el primer amanecer de su vida. Tanto él como su novia se convirtieron, en ese momento, en la imagen viva de la alegría. Se sentaron del lado del América, frente a la Ultra, aunque en ese tiempo todavía no estaban las porras separadas. Gilberto se hizo pronto el personaje más popular de la tribuna. "¡Ves menos que yo!", le girtaba al árbitro. Aceptaba refrescos, capoteaba bromas, escuchaba con atención la narración de las jugadas que a su novia y a él les hacían quienes estaban cerca, miraba jugadas que nadie más veía, volteaba a la derecha cuando la pelota estaba a la izquierda y al centro cuando el baól había salido; festejó con su bastón blanco en alto los goles del América y de los Pumas, pues el juego terminó empatado. Cuando salieron, los porristas se enfrentaban a puñetazos, pero, corteses y atentos, suspendieron su violento afán para permitirles el paso; luego siguieron sonándose a placer.



Por la noche, Alejandra y Pepe se enteraron, por televisiçon, de las noticias: la gresca había sido fenomenal, habían volcado el autobús del América, había no sé cuántos heridos y cuántos detenidos. "¡Qué burros somos, cómo pudimos atrevernos!", comentó Alejandra arrepentida. En eso sonó el teléfono, era Gilberto: "¡Pepe, me has hecho vivir el mejor día de mi vida!, ¡gracias!" dos meses después, murió Gilberto.



Autor: Desconocido


sábado, 3 de octubre de 2009

Un amigo de verdad



Un amigo de verdad


El cariño hacia un amigo

es tan inmenso y fraterno

que yo digo que es bueno

siempre contar con ellos.


Amigos son pocos

los que te ayudan

y te defienden.


Los que te dan un abrazo sincero

y están contigo hasta el final.


Eso es un amigo,

"un amigo de verdad".


Amigos no hay,

eso lo dice la gente

la gente que no tiene uno

y vive en la soledad.


Yo digo que si hay amigos

amigos de verdad,

amigos que te aconsejan

y te ayudan ante la adversidad.


Muchos quisieran uno

un amigo de verdad

pero no todos lo tienen

por la manera de pensar.


Los amigos no te taricionan,

los amigos siempre te cuidan,

los amigos siempre te cuentan,

hasta su más grande penar.


El amigo esta a tu lado

jamás te abandonará

buscará un solución

para enfrentar cualquier situación.


Por eso lo digo así,

gritando a los cuatro vientos

los amigos lo son todo

y a la vez son de verdad.


Dedicado a: Todos mis amigos

viernes, 2 de octubre de 2009

♥♥♥♥El amor de una princesa♥♥♥♥

El amor de una princesa

Es una bella princesa
de ojos color café
de rizos color dorado
y una sonrisa súper divina.

En un castillo vivía ella
cerca del pueblo GACLA
esperando a su gran amor
que algún día llegaría con ella.

Al castillo llegó su amor
que ella creía que era
tocaría su corazón
pero poco perduraría.

El era un hombre muy listo
para los números y la alquimia
pero para la vida
le falta mucha experiencia.

En aquel castillo tan grande
la princesa de nuevo se enamoró
de un amor que es imposible
y que fue un gran error.

Su amor imposible
de ella se enamoró
creando un amor a escondidas
que muy pocos lo sabrían.

Su amor el verdadero
a escondidas la veía
declarando su amor
con poemas y muchas cartas.

Algún tiempo estuvieron así
con su amor a escondidas
pues ya no sabían que hacer
por la gente que lo sabía.

La princesa vivía en su mundo
que ella se construyó
pues ya no quería al otro hombre
pero si a su gran amor.

Su novio de la princesa
pronto los descubrió
encontrando algunos poemas
que poco a poco leyó.

En aquellas cartas tan largas
se escribieron su gran amor
que sería imposible
pues así lo dijo él.

Aquel hombre tan listo
a los dos los reunió
para hablar abiertamente
e impedir ese amor.

La princesa no lo ocultó
¡Por fin! le dijo que no lo quería
que se había enamorado
y que no se arrepentía.

El demasiado furioso
observaba al otro hombre
que agachaba la mirada
y que solo los escuchaba.

¡Por fin habló aquel hombre!
y le dijo lo que sentía
que lucharía hasta el final
por el amor de la princesa.

El novio de la princesa
un arma sacaría
acabaría con aquel hombre
y destruiría a la princesa.

Lo mató sin pensarlo
sin pensarlo ni una vez
por el odio que le tenía
a su amada la princesa.

La princesa vivió infeliz
por el resto de sus días
recordando aquel amor
que algún tiempo la hizo feliz.

Dedicado a CTDG Y GSLC